Reglar la sintaxis permite realizar un ritual de certezas mecanizado y repetitivo, similar a los que hacen las máquinas o los que se utilizan en ceremonias para invocar espíritus. En este caso es para pedir inspiración, se acude en ritual al azar infinito, que deja de serlo en la subjetividad del escritor y del lector (porque estamos
obligados a interpretar), es respetando formas que intentamos desligarnos de la responsabilidad sobre la obra, es una forma de lavarnos las manos y esquivar la culpa que produciría una declaración completamente irregular, en cambio un medio reglado nos salva del contenido; ya no
puede ser irregular.
Es más fácil decir algo haciendo un retruécano,
que hacer un
retruécano para decir algo;
es más fácil decir algo haciendo un haiku,
que hacer un
haiku para decir algo;
es más fácil decir algo haciendo X,
que hacer X para decir algo;
es más fácil decir, que hacer.